Durante mi prolongada estadía en Buenos Aires, tuve que viajar a Uruguay para resolver unos asuntos personales que iban a llevarme una buena parte del día, comenzando pronto por la mañana. Personalmente detesto viajar temprano, así que pensé que sería una buena opción pasar la noche en Montevideo, ciudad que por otra parte me encanta.
Reservé un vuelo con Aerolíneas Argentinas saliendo de Aeroparque a las 5pm de un miércoles, y regresando al día siguiente sobre las 7pm.
Mis compromisos eran en Carrasco, sin embargo, decidí quedarme en el centro por varios motivos. El primero, porque conseguí una buena tarifa en el Radisson Montevideo Victoria Plaza, situado en Plaza Independencia, frente al (maravilloso) teatro Solís.
Yo nací en Buenos Aires, y de muy joven la abandoné. Desde entonces he vuelto decenas de veces, y siempre que lo hago disfruto mucho mirando el Rio de la Plata desde la ventanilla mientras el avión desciende. Hay algo de ese paisaje que me emociona, empezar a vislumbrar a lo lejos la silueta de Buenos Aires tiene un efecto encantador en mí.
Cuando me voy, por el contrario, no miro demasiado por la ventana. No se si existe algún motivo en particular, simplemente no lo hago. Durante este vuelo, sin embargo, resolví disfrutar del paisaje en sentido inverso, y fue maravilloso.
Me encanta el aeropuerto de Montevideo. Pequeño, prolijo y sencillo, casi una metáfora del Uruguay.
El viaje desde el aeropuerto fue bastante rápido, a pesar de algo de congestión a la altura del estadio Centenario donde esa noche había partido de futbol.
Radisson Montevideo Victoria Plaza
El check in fue veloz, y con upgrade a suite incluido gracias a mi status Gold en el programa Club Carlson, además de un cocktail de bienvenida para consumir en el bar del lobby que acabé no utilizando.
El hotel es un poco anticuado, pero cómodo y con buen servicio. Estar en pleno centro te permite también encontrar sitios abiertos para cenar hasta bien entrada la noche, como el bar The Manchester (donde suelo terminar), un típico bar rioplatense de mal ver y atmósfera fascinante.
La suite era amplia y cómoda, muy adecuada para una noche de descanso. Localizada en la planta 14, el salón y la habitación tenían dos ventanales enormes, con una estupenda vista del puerto y el rio.
El baño es bastante básico y anticuado, no tiene absolutamente nada que ver con el resto de la suite. La sensación es como si lo hubieran puesto ahí por casualidad. Las amenities son decentes y cumplen con su función, como en el resto de Radisson (no hice foto, lo siento)
El resto de la tarde transcurrió con tranquilad, terminé algunas cosas atrasadas en mi computadora (buena señal de wifi) e hice algunas llamadas por teléfono. Ya tarde, sobre las 23hs, pasé por el teatro Solís a darle un abrazo a unos amigos y me fui a cenar con ellos.
Al día siguiente amanecí relativamente temprano (tempranísimo para mis estándares) y la prueba de ello es que desayuné en el hotel. Raramente me despierto lo suficientemente pronto como para desayunar, pero hoy tenia un día cargado de obligaciones por delante.
La cama resultó muy cómoda, y tuve una buena noche de descanso. Por la mañana, una luz magnífica entraba por las ventanas.
El desayuno se sirve en la ultima planta, y es bastante básico. A mi me da un poco igual, ya que solo como un croissant y quizás algo de fruta, pero lo que sí necesito es un buen expresso.
Bueno, pues no disponen de café expreso, solo de filtro, pero por 5 dólares puedes hacerlo aparecer mágicamente. Un poco caro, pero una necesidad primaria.
Las vistas desde allí arriba son muy agradables, la foto no hace verdadera justicia.
Tenía que trasladarme hasta Carrasco, en la otra punta de la ciudad. Por suerte recorrer la rambla de Montevideo es uno de los paseos más bonitos que puedes ver en esta ciudad.
Amo conducir por la costa y observar a la gente caminando, haciendo ejercicio, conversando, tomando mate… Montevideo está pensada en función del río, mientras Buenos Aires le da la espalda.
Estuve en reuniones hasta entrada la tarde y apenas me liberé, sobre las 4pm, hice stop en el Bar Arocena para comer uno de los chivitos mas famosos de la ciudad. La decisión perfecta, en el momento oportuno.
Ya con el estómago lleno, encaré mi viaje hacia el aeropuerto, camino de Buenos Aires.
Una postal de Uruguay:
Casi sin tiempo para visitar el lounge, terminé sentado en un sillón bastante cómodo del area de embarque, con una vista estupenda de la pista.
Minutos después llego el Boeing 737 de Aerolíneas Argentinas que me llevaría de regreso a Buenos Aires.
El vuelo transcurrio sin sobresaltos y aterrizamos en AEP con un atardecer maravilloso a nuestras espaldas.
Conclusión:
El Radisson de Montevideo cumplió una vez mas con mis expectativas. Garantizada una buena noche de sueno en el corazón de la ciudad, y con una muy buena atención. Es un 4 estrellas razonable, muy adecuado para los estándares de Montevideo.
Los únicos dos puntos flojos que le encuentro son la antigüedad de los baños (necesitan una reforma urgente) y la calidad del desayuno. En cualquier caso, sigue siendo mi primera opción si necesito quedarme en el centro.
El upgrade a la suite fue un detalle que aprecié, y pone en evidencia que se interesan por el status de los huéspedes, algo no menor tratándose de Radisson y el Club Carlson.