SUMARIO DEL VIAJE:
Introducción
Reporte: Japan Airlines First Class B777-300ER París-Tokyo
Reporte: Intercontinental ANA Hotel Tokyo
Reporte: TenkaZushi Ikebukuro, mi restaurante favorito en Tokyo
Reporte: Hanami. La explosión de las flores de cerezo en el Shinjuku Gyoen
Reporte: ANA Suite Lounge aeropuerto de Haneda, Tokyo
Reporte: Lufthansa First Class B747-800 Tokyo-Frankfurt
Reporte: Lufthansa First Class Lounge, aeropuerto de Frankfurt
La semana pasada visité Tokyo y tuve muchas dificultades para elegir donde hospedarme, ya que era en plena semana del cherry blossom, quizás el momento más complejo del año para alojarse en la ciudad.
Después de una rápida vista a los precios (los 4 estrellas arrancaban en 250€ la noche) entendí que mis opciones eran, o bien utilizar puntos IHG Rewards, o terminar en una cueva.
Los precios en el Intercontinental ANA estaban en torno a unos delirantes 500€ por noche así que me pareció una buena oportunidad para pagar 50.000 puntos en su lugar.
No es la mejor redención de la historia, pero considerando el efecto “hanami” creo que fue una buena inversión.
HOTEL INTERCONTINENTAL ANA
Aterricé en Haneda cerca de las 3 de la tarde, solo con equipaje de mano, así que rápidamente pasé migraciones y media hora más tarde me encontraba en el hall de llegadas.
La mejor manera de conectar desde los aeropuertos de Tokyo a la ciudad es con el Airport Limousine Bus, pero la última frecuencia del día hacia el Hotel Intercontinental ANA sale a las 2:15PM, o sea, hace una hora ????
Esto significaba metro hasta Shimbashi y conexión con la línea 7 hasta Tameike-sanno, que tiene una salida (la número 13) prácticamente en la puerta del hotel.
Allí tuve mi primer encuentro con las flores de cerezo en todo su esplendor.
El hotel está ubicado en el barrio de Akasaka, una zona con un perfil muy de oficinas y embajadas, pero simpático y muy central. En 200 metros a la redonda hay tres supermercados, un centro comercial, y un buen puñado de cafeterías y restaurantes. Está a 10 minutos a pie de Roppongi.
El lobby del hotel es enorme. Había una gueisha dando la bienvenida con reverencias a cada pasajero que entraba por la puerta, que a esta altura debe estar recuperándose de un post-operatorio lumbar.
La recepción está sobre la derecha, con 3 o 4 empleados atendiendo a la par. Aunque tuve que esperar algo en fila, el proceso en general fue eficaz y los empleados muy amables.
Siempre en la misma planta, hay una amplia zona de negocios delirantemente caros, y un bar-restaurante estupendo en el que vale la pena tomarse un trago cuando está el pianista tocando en vivo.
También hay un bar espectacular en la planta 36, llamado Mixx con unas vistas increíbles de la ciudad, y un restaurante francés, de Pierre Gagnaire, que tiene dos estrellas Michelin.
Había solicitado dos cosas durante mi reserva: una habitación en planta alta, y que esté lejos de los ascensores.
La petición fue atendida a medias, porque estaban completamente full. Las opciones fueron: planta 16, lejos de los ascensores y con vistas a la autopista, o planta 20, delante de los ascensores, con vistas a la ciudad.
Nada que unos buenos “earplugs” de silicona no puedan solucionar 😉
Los ascensores, como el resto del hotel en general, delatan una cierta edad.
Sin embargo los corredores son modernos y frescos, decorados con buen ojo. Me gustó mucho la moqueta y la iluminación.
Esta es la puerta de mi habitación, la 2015, ubicada exactamente delante de los ascensores.
Y estas, las vistas apenas salías del cuarto ????
La habitación era bastante amplia para los estándares japoneses, con una cama king size, un escritorio frente a la ventana, un sofá de dos plazas y una gran TV.
La posición de la TV era algo confusa.
Tenía unas buenas vistas de la ciudad, aunque algo limitadas por dos grandes edificios colindantes.
Y mejoraba aún más por la noche.
Justo debajo estaba la piscina del hotel, por la que cobran un fee de U$30 al día para usarla. Un absurdo para alguien que pagó una barbaridad de dinero por su habitación.
Temprano por la mañana me dejaban el periódico en la puerta, un detalle que me gusta mucho porque me lo llevo directo al desayuno, en bata y pantuflas 😉
El mobiliario y la decoración lucen algo anticuados, pero perfectamente correctos para mí.
Y, aunque la habitación estaba muy limpia, el sofá presentaba dos manchas muy polémicas.
La cama era comodísima, realmente. Buen colchón, buenas almohadas y sábanas fabulosas.
Suaves, de esas de las que cuesta despegarse.
En la mesita había un reloj con un control máster para comandar todas las luces de la habitación y el aire acondicionado, lo cuál siempre es un valor añadido porque te evita tener que levantarte todo el tiempo.
La señal de wifi era buena y veloz. Es gratuita para todos los miembros del programa IHG Rewards
El bar tenía algunas bebidas alcohólicas (whisky, gin, vodka y vino), algunos snacks, café e infusiones de cortesía, y una máquina para calentar agua.
La nevera con buena variedad: agua, refrescos, zumos, champagne y vino blanco.
El hotel no provee ni una sola botella de agua de cortesía, al contrario de lo que la mayoría de hoteles de esta categoría suelen hacer. Un fallo grave a mi entender, ya que el costo no es representativo para el hotel y para el cliente es elemental.
Terminé por comprarme mi propia “Suntory”.
El baño es impropio de un hotel de esta categoría. Pequeño, anticuado, feo y pésimamente iluminado.
El inodoro clásico japonés, con bidet incluido.
Los amenities también eran muy simples, y sin mucha gracia.
Lo único rescatable eran los productos de baño de Shiseido, pero en dispensadores!, algo que jamás esperarías en un hotel 5 estrellas.
Es como tomar Dom Perignon en un vaso de plástico.
Dormí pésimamente, víctima de un jetlag que esta vez fue bastante intenso.
Como soy poco celoso de mi intimidad, les dejo algunas fotos de mi habitación en modo favela poco antes de partir que, al fin y al cabo, es como lucen nuestras habitaciones mientras estamos alojados.
Conclusión:
Tuve una buena estadía en el Intercontinental ANA Tokyo, siempre remarcando que el hotel necesita una reforma URGENTE para competir con los 5 estrellas de la ciudad. Actualmente está más cerca de un 4.
En cuanto a los servicios, las opciones de bares y restaurantes dentro del hotel son de mucho nivel, pero al mismo tiempo es inadmisible que cobren por usar la piscina, que no provean agua en las habitaciones y que pongan los productos de baño en dispensadores.
Seguramente, a estos precios disparatados, hay varias mejores opciones en Tokyo.
2 comentarios
Es así, muchos hoteles 5 estrellas hacen cosas inentendibles. Cobrar $30 por usar la piscina, con lo que cuesta la habitación?
Lo de los dispensers podría verse por el lado de la ecología, ahí les doy un 50% de razón 🙂
No voy a entrar en el área ecología porque es muy polémica, pero los dispensers del Ibis en una habitación del Intercontinental NO DA.
La verdad es que lo de la piscina es vergonzoso, no se me ocurre otra palabra. No lo sufrí porque era invierno, pero me llega a pasar en verano, con el calor de Tokyo, y se iban a enterar.
Y el agua! Pongan 2 botellitas de agua mineral en la habitación, lauchas! No solo eso. La botellita chiquita del minibar te la cobraban U$7.